Con la publicación de En torno a lo político,
Mouffe instala su lectura de lo político y la democracia en la
problemática de la política mundial del nuevo milenio. Preocupada
principalmente por las posibilidades abiertas para la estructuración de
un orden mundial único –posibilidades celebradas por una vasta corriente
intelectual de corte liberal y progresista– y por la emergencia de una
derecha populista en varios países europeos, se propone hacer una
crítica a la base política que ha propiciado este escenario, dirigiendo
sus planteamientos especialmente a la socialdemocracia del Viejo
Continente. Ésta, interesada en el perfeccionamiento de la democracia
liberal y en la búsqueda de un marco comprensivo adecuado a la nueva
realidad de la política, ha reformulado su concepción sobre ella
poniendo en el centro de su práctica la idea de consenso.
Chantal Mouffe
La
autora sostiene que, una vez desaparecido el enemigo del capitalismo
tras la caída del Muro durante la guerra fria, la socialdemocracia se sintió llamada a aceptar
la hegemonía del neoliberalismo. Este hecho ha reforzado la perspectiva
liberal de la democracia, fortaleciendo en torno a ella una forma
universalizante de la política, centrada en la armonía de intereses y en
el consenso de los partidos. Como resultado, el movimiento estratégico
de este sector hacia el centro ha vuelto difusas las antiguas fronteras
entre la izquierda y la derecha, llevando a la sociedad civil a
desinteresarse de la vida política y a perder identidad con los
proyectos políticos, los que, hasta entonces, no sólo lograban movilizar
sus intereses sino también sus pasiones y deseos. Es esta
“desmovilización” de la política, precisamente, la cuestión sobre la que
Mouffe llama la atención, pues implica el abandono de la necesaria
identificación política de la sociedad civil a discursos y prácticas
que, levantando pasiones, pueden poner en riesgo la institucionalidad
democrática.
Mouffe
busca desmontar la perspectiva de esta nueva socialdemocracia
introduciendo una concepción de la política que se opone a los consensos
y que enfatiza la inevitable existencia de conflictos en toda sociedad.
Mientras aquella perspectiva pretende superar la confrontación, la
autora sostiene que esta confrontación es insoslayable y que la
preocupación de los teóricos y los políticos de la democracia debería
apuntar a proporcionarle un marco político en el cual desarrollarse
democráticamente. En este sentido es que destaca la dimensión hegemónica
de lo político, cuestión que tiene directa relación con las tensiones y
conflictos por el dominio de lo social. Bajo este precepto, la idea del
orden cosmopolita no alcanza a (o no quiere) en sí ver la instauración
hegemónica de un modelo universal. En contra de ello, Mouffe propone una
globalización multipolar que evite la implantación de una hegemonía
mundial (unipolaridad) y que propicie la emergencia de varios polos
regionales enfrentados en igualdad de condiciones. La cuestión es abrir
la posibilidad de un escenario de confrontación legítima entre
adversarios que, según ella, no pueden resolver sus diferencias de
manera racional. Es por esto que sus planteamientos apuntan a un
objetivo que la propia autora reconoce como político: redefinir el rol
de la política, y particularmente el de la democracia, en los procesos
de constitución de lo social, tanto a nivel nacional como internacional.
Finalmente,
la preocupación de Mouffe por el triunfalismo pospolítico que supone la
eliminación del conflicto, se convierte en la pregunta del para qué de
la democracia. El camino que ha tomado la política mundial luego del fin
del socialismo real no sólo niega lo político, sino también instala las
bases propicias para el socavamiento de la democracia. He aquí la tarea
de la izquierda, sugiere su libro, la que debería volver a considerar
el fundamento de lo político, y desde ahí radicalizar los supuestos
democráticos.